Parroquia La Milagrosa (Ávila)

jueves, 30 de abril de 2015

Comunicado de la JOC y la HOAC ante el 1º de mayo


No vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país cuando hay más de 12 millones de pobres, mientras que la riqueza de los más ricos sigue aumentando. Prsisten tasas desempleo superiores al 23%, y la precariedad laboral es cada vez mayor. El 90% de los empleos creados en los últimos años son temporales, y muchos a tiempo parcial. Los trabajadores pobres superan ya el 12%.

MIRAR EL PASADO, LUCHAR EL PRESENTE, CONSTRUIR EL FUTURO
Comunicado de la JOC y la HOAC ante el 1º de mayo 

Celebramos un año más el 1 de mayo, día festivo y reivindicativo para el movimiento obrero en todo el mundo, y día también de celebración en nuestra Iglesia, fiesta de San José Obrero, trabajador que nos mostró la dignidad de ser un obrero, herencia que compartió con el propio Jesús. 

Para la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), movimientos de militantes obreros cristianos, este día es especial por doble motivo. Como trabajadores, porque lo celebramos codo con codo con nuestros hermanos para que se realice de una vez la dignidad que no vemos reconocida, y como cristianos, porque en Jesús obrero tenemos el mejor fundamento de poder conseguir la utopía que anhelamos: una sociedad de hermanos donde todos y todas podamos tener un trabajo digno que nos permita nuestro sostenimiento y el de nuestras familias, nuestra realización personal y nuestra contribución a esa sociedad mejor (CV, 63). 

Celebramos este 1º de mayo MIRANDO AL PASADO. Esta fiesta nació a finales del siglo XIX, en París. Se concibió como jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a aquellas y aquellos que murieron por reivindicar los tres 8 -8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la relación social- y marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial, de manera que el 1 de mayo quedó consagrado como día para manifestar la inalienable dignidad del trabajador frente al capital. Hoy nos seguimos preguntando ¿cuántas movilizaciones seguirán siendo necesarias para que se acaben aceptando las más justas reivindicaciones del mundo del trabajo? ¿Cuántas más para que recobremos la conciencia de la dignidad de las personas como lo más sagrado? 

La Iglesia hemos ido acompañando a lo largo de la historia los procesos de cambio, intentando iluminar desde la fe los acontecimientos y la realidad social cambiante. Quizá muchas veces con nuestras sombras, en forma de tibieza, de confusión o de diagnósticos equivocados. A la vez también, con indiscutibles llamadas y manifestaciones en defensa de la dignidad de las personas: “Cuando la vida social –también el trabajo- pone en el centro al dinero, y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios” (Evangelii Gaudium 55). 

Hoy nos encontramos con graves situaciones de desempleo, desigualdad, pobreza y precariedad, en todo el mundo. Son signo y consecuencia de una forma de hacer y funcionar en la que la lógica prevalente es la del dinero, no la de procurar garantizar el bien-ser o bien-vivir de todas las personas. 

El último informe Foessa indica cómo la crisis está causando un riesgo de falta de cohesión social en España que se ha fundamentado en estos últimos años en el incremento de la desigualdad, el aumento del desempleo, el descenso de los sistemas de protección social, el desgaste de los mecanismos de protección familiar, las desigualdades territoriales y las dificultades recaudatorias, debidas a la economía sumergida y el fraude fiscal. 

Cuando observamos esta realidad, no podemos olvidar, como dice el Papa Francisco, que “el desempleo es consecuencia de un sistema globalizado en el cual el dinero es el ídolo y el único que manda”, o que “se descarta a los jóvenes y a los ancianos”. 

No vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país cuando:
  • hay más de 12 millones de pobres, mientras que la riqueza de los más ricos sigue aumentando.
  • persisten tasas desempleo superiores al 23%, y la precariedad laboral es cada vez mayor.
  • el 90% de los empleos creados en los últimos años son temporales, y muchos a tiempo parcial
  • los trabajadores pobres superan ya el 12%.
  • En 1.700.000 familias, ninguno de su miembros tiene empleo y más de 700.000 no tienen ningún ingreso.
  • más de la mitad de los desempleados (55,71%) ya no cobra ningún tipo de prestación.
  • los desahucios siguen siendo una lacra para tantas familias arruinadas. Según el INE, fueron 184 al día en 2013, y se incrementaron un 7,8% en 2014.
  • la mitad de los y las jóvenes están en desempleo, muchos abocados a la emigración forzosa, ocupando puestos de cualificación inferior a su nivel de estudios...
  • las personas inmigrantes engrosan la bolsa de la economía sumergida y tienen los peores salarios.
  • la brecha salarial entre ambos sexos sigue aumentando, (...)

Esta situación, estos datos, son fuente de indignación y de dolor. También son una llamada a nuestra conciencia. No se puede construir un mundo que camine hacia la igualdad y la justicia desde las premisas sobre las que funciona nuestra economía nacional e internacional, nuestras relaciones laborales, nuestro funcionamiento social. No hay remedio si no empezamos a poner a las personas y a las familias, especialmente a las más empobrecidas y castigadas, en el centro. Por eso queremos LUCHAR EL PRESENTE, tratando de ser alza-voz del sufrimiento y las esperanzas de tantas personas trabajadoras y sus familias “He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 6,5)

En el mundo obrero y del trabajo necesitamos que se promuevan políticas:
  • que recuperen el sentido humano del trabajo,
  • que promuevan trabajo digno,
  • que pongan sus objetivos en erradicar la pobreza y la desigualdad,
  • que fomenten una verdadera participación ciudadana,
  • que defiendan los derechos sociales como un deber de justicia,
  • que defiendan la vida en todas sus etapas.

Ante esta situación recordamos las recientes palabras del Papa Francisco: "No es suficiente con que los pobres recojan migajas que caen de la mesa de los ricos, hay bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación, seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar excluido (...). Mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se lograrán resolver los males de la humanidad". (Acto inaugural de la VII Cumbre de las Américas).

Y como seguidores de Jesús de Nazaret en su Iglesia y como testigos de la resurrección, anunciamos la esperanza como programa de acción. Esperanza que nos ayude a cambiar la manera de sentir, pensar y actuar, superando los viejos planteamientos capitalistas del beneficio como único motor posible de la historia, para ir alumbrando y CONSTRUYENDO EL FUTURO, como ya ocurre en muchas partes, alternativas que vayan generando una nueva realidad desde la dignidad y la fraternidad donde la persona sea lo primero.

Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC)

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