El que cree en Él, no será condenado
(Juan 3,16-21)
Porque creer es abrirse al amor y al poder de Dios, con todas sus consecuencias. Desde nuestra pequeñez, nos cuesta imaginar todo lo que Dios quiere y puede damos si ponemos nuestra vida en sus manos, si ponemos en Él nuestra confianza. Creer es fiarse de Dios. Pero nosotros aplicamos la lógica de corto alcance que dice: más vale pájaro en mano... y nos quedamos encerrados en nuestras pequeñas posibilidades y en nuestros horizontes cortos. Dios respeta nuestra libertad. Pero no cabe duda de que la mejor manera de emplearla es abriendo a Dios la puerta de nuestra vida.
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