Parroquia La Milagrosa (Ávila)

miércoles, 15 de abril de 2015

Libertad+vida=obras (Domingo de la 3ª Semana)


En su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas las naciones
(Lucas 24, 35-48)

El texto de Lucas es paralelo al de Juan que leíamos el domingo anterior. Es interesante subrayar tal paralelismo: Comprobamos por tanto que los relatos de la Resurrección, tan diferentes en sus detalles y en la localización geográfica transmiten el mismo mensaje: el testimonio de Jesús vivo y la misión confiada a los testigos.

En Lucas Jesús se presenta en medio de ellos, y les da el saludo de paz. Les da señales evidentes de que es él mismo, mostrando sus llagas y hasta comiendo con ellos. Abre su inteligencia para que entiendan las Escrituras y puedan superar su mesianismo triunfante y creer en él. Y les confía la misión, y el anuncio del perdón por todo el mundo.

Sin embargo, merece la pena reparar en la carta de Juan y la moraleja del discurso de Pedro porque evocan un tema fundamental: la presencia del Espíritu se muestra en la presencia del bien, de las obras. Jesús desenmascara el culto por el culto. El culto son las obras. El sacrificio es la entrega de la vida. Agradar a Dios no es cumplir ritos sino comportarse como Él quiere.

Pero esto no es solo un cumplir mandamientos sino manifestación del Espíritu. En Jesús está actuando El Espíritu. Por eso cura, atiende a pecadores, predica. La verdad y el bien actúan en Jesús porque en Él actúa El Espíritu. No puede por menos que curar, ayudar, compadecerse....

Y así, vemos en Él al Padre. No precisamente porque manifiesta poderes sino porque manifiesta amor, cuidado por el hombre. Por eso es Jesús revelación de Dios. Y esa es, exactamente, la Misión, nuestra misión, la misión de la iglesia: convertirse, dejarse llenar del Espíritu de Jesús, y obrar luego, como presencia del bien, de la curación, del interés por todos y cada uno de los hijos.

Todo cristiano, el que está lleno del Espíritu de Jesús, actúa siempre curando, trabajando por el bien, trabajando contra el mal en todas las obras de su vida. Y en él, en su honradez, su preocupación por los que le rodean, su trabajo por evitar males, se hace visible el Espíritu de Jesús. Eso será motivo de fe para todos: ¡En el Dios de estas personas se puede creer!


J. E. Galarreta

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