Parroquia La Milagrosa (Ávila)

sábado, 18 de abril de 2015

Solo muere lo que olvidas (Martes de la 3ª Semana)


Yo soy el pan de vida
(Juan 6, 30-35)

La religiosidad de los interlocutores de Jesús había quedado anclada en Moisés, que, al fin y al cabo, no fue más que un intermediario entre Dios y los seres humanos. Jesús les invita a mirar más arriba, les invita a comprender que la religión es, ante todo y sobre todo, relación directa con Dios, relación con el Padre, fuente de toda vida y de todo bien. El verdadero dador del maná en el desierto no fue Moisés sino el Padre, mi Padre, dice Jesús.

El maná no fue más que un anuncio del pan verdadero que Dios daría más tarde a toda la humanidad. Yo soy el pan de vida, les dice y nos dice a nosotros Jesús. La fe tiene que trasladarse de un mero objeto, el pan o el maná, a una persona. El pan que tiene que alimentar nuestras vidas es la persona de Jesús. Su persona, es decir, su manera de ser, su estilo de vida, lo que Él nos dijo y lo que Él hizo. Jesús nos invita a que vayamos a Él, es decir, nos invita a tener una relación personal con Él, a escucharle, a apoyamos en Él.

Y nos hace esta promesa: El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí nunca pasará sed.

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