Raúl Berzosa, profesor mío y actual Obispo de Ciudad Rodrigo, nos hablaba de otras obras de misericordia y de liberación. Las siete primeras que proponía son más bien personales, para practicar no tanto individualmente, sino en persona. Las otras siete son más colectivas o comunitarias. Las catorce nuevas, entre comillas, no anulan a las tradicionales, ni les restan nada, sino que las complementas y actualizan:
Las obras de misericordia sociales:
- Acompañar y alegrar al que está sólo, particularmente al anciano.
- Dar esperanza al desilusionado y deprimido.
- Ayudar y apoyar a encontrar trabajo, especialmente a los jóvenes.
- Acoger e insertar al sin papeles.
- Dar una nueva oportunidad al que sale de la cárcel.
- Rescatar al toxicómano y alcohólico.
- Dignificar a quien se ha prostituido.
Las obras de misericordia para una solidaridad planetaria:
- Promocionar a los pueblos subdesarrollados.
- Defender los derechos de los marginados y excluidos.
- Combatir las injusticias y la opresión.
- Favorecer la no-violencia.
- Promover una sana ecología.
- Trabajar por la paz y la unión entre los pueblos y naciones.
- Luchar por la defensa de la vida, desde su concepción hasta su final.
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