Génesis 49,2.8-10
Jacob dijo a sus hijos; «no se apartará de Judá el cetro, hasta que venga el que ha de venir».
Salmo: 71,2-4.7-8.17
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Mateo 1,1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán
A través de esta genealogía de Jesús, san Mateo muestra ya la grandeza del personaje al que va a dedicar su evangelio. Al presentarle como hijo de David e hijo de Abrahán, el evangelista nos anuncia que en Jesucristo se van a realizar las grandes promesas que Dios hizo a estos dos antepasados del pueblo de Dios. Multiplicaré tu descendencia más que las estrellas del cielo, había prometido Dios a Abrahán.
A David Dios le había prometido un trono estable a través de un descendiente suyo: se trataba del reino de Dios que Jesús, el Hijo de Dios, inauguraría al nacer en el seno de nuestra familia humana, y que sigue su andadura en medio de alegrías y contradicciones como las que experimentó el mismo Jesús; y que, como el mismo Jesús, todavía aguarda su plena manifestación.
En esta octava previa a la Navidad, pidámosle al Señor re-nacer en Él y con Él. Que el muestre nuestro camino al que no lo tenga claro: ¿qué puedes hacer yo en esa historia de la humanidad? Muéstranoslo como a María, la mujer que le dijo al Señor: “Hágase en mí, según tu Palabra”… y que, en su camino, permaneció hasta el pie de la Cruz.
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