Parroquia La Milagrosa (Ávila)

lunes, 21 de diciembre de 2015

Vivir para cantar. Vivir para contarlo (Martes, IV Adviento)


I Samuel 1,24-28
El Señor me ha concedido lo que pedí 
Salmo: 1 Sm 2,1.4-8
Mi corazón se regocija por el Señor, Salvador
Lucas 1,46-56
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí

Este cántico de María resume lo mejor de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Del Antiguo recoge casi las palabras mismas de la oración de Ana, la mujer estéril que llegó a ser madre del profeta Samuel, una oración que inspiraría la espiritualidad de los pobres de Yahvé, representantes de lo más genuino del pueblo de Israel. María también pertenece a este grupo de los pobres que atraen las miradas de Dios y se dejan llenar por las riquezas y las maravillas del Poderoso. 

La oración de María rezuma igualmente el espíritu de las Bienaventuranzas. La humilde María no puede reprimir este cántico de alegría. Ella es la primera en la que se cumple la promesa de felicidad que haría su hijo Jesús: Felices los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Los soberbios y los poderosos -dice María- no conocen esta felicidad, se quedan con las manos vacías y el corazón insatisfecho. Son los mismos que no quisieron acercarse a Belén a adorar a aquel pobre Niño. Pidamos a María que nos ayude a entrar en la espiritualidad de los pobres de Yahvé y del Evangelio. 

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