Sofonías 3,1-2.9-13
Dejaré en medio de ti un pueblo que confiará en el nombre del Señor.
Salmo: 33,2-3.6-7.17-19.23
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Mateo 21,28-32
Hijo, ve hoy a trabajar a mi viña.
¿Qué os parece? es la primera pregunta de Jesús acerca de los dos hijos de la parábola. Parece que los dos faltaron a su padre. El primero le faltó al respeto (para la mentalidad de aquella época ésta era la falta más grave). El segundo contestó muy educadamente, pero no hizo lo que su padre quería. En la práctica, ¿cómo contestamos cada uno a esta pregunta de Jesús? Depende de a qué demos más importancia. Si valoramos sobre todo las buenas maneras y el respeto de las tradiciones, condenaremos al que dijo no quiero y tal vez no tengamos nada que decir contra el que respondió voy, Señor, pero no fue. Por eso Jesús añadió al final una segunda pregunta: ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?, que era lo que más interesaba a Jesús.
Los publicanos y las prostitutas son alabados por Jesús no por su conducta pasada, sino porque ante el anuncio de Juan, creyeron en la posibilidad de la conversión. Lo contrario de los sacerdotes y ancianos del pueblo, que le decían “sí” a Dios, pero no le dejaban hacer ningún cambio en su vida. Como el segundo de los hijos.
“Decir” y “hacer” están llamadas a ir de la mano… y a eso se le llama coherencia. Una vida integrada. Todo un camino a recorrer, que comienza cuando reconocemos la distancia entre nuestro “decir” y nuestro “hacer”.
En el recién estrenado año de la misericordia, tenemos la oportunidad de ir recorriendo ese camino, volviendo a Dios en lo que cada uno necesitemos.
Y tú, ¿qué necesitas convertir en tu vida?
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