Se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría
(Juan 16, 20-23a)
Para muchas personas la vida cristiana es sinónimo de miedo o de sentimiento de culpabilidad, como si el cristianismo consistiera en amenazas de condenación eterna o en una continua inculpación por nuestros pecados. Jesús, en cambio, dice: Nadie os quitará vuestra alegría. Para Jesús la vida de sus discípulos tiene que estar continuamente anclada en la alegría. En una alegría cuyo fundamento nunca podrá fallar porque se apoya en su presencia continua a nuestro lado: Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, nos dice el Señor.
En esto ha de consistir principalmente nuestra oración de cada día: en hacemos conscientes de que el Señor está a nuestro lado y sacar de ahí nuestra fuerza y nuestra alegría. Porque tendremos dificultades y también habremos de sacrificamos para traer vida a este mundo, como la mujer que da a luz. Pero eso es perfectamente compatible con la alegría profunda. Pidámosela al Señor.
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