Parroquia La Milagrosa (Ávila)

jueves, 14 de mayo de 2015

Vida plena (Jueves de la 6ª Semana)



Dentro de poco, ya no me veréis; y dentro de otro poco, me veréis
(Juan 16, 16-20)

Dentro de poco, los discípulos ya no verán más a Jesús en carne mortal porque pasará por la muerte, como pasamos todos. Pero poco después lo volverán a ver porque Jesús va al Padre, entrará en la vida plena. Ellos seguirán en este mundo proclamando la misma Buena Noticia de Jesús. Y, para cumplir esa misión, recibirán al Espíritu Santo. Es decir, se consumará la comunicación de Dios a la humanidad.

La obra de la salvación de la humanidad y de cada uno de nosotros ya está realizándose. Éste será el motivo profundo de la alegría de Jesús. Y ésta será también la gran alegría de cada uno de sus discípulos. Esta alegría no es un sentimiento añadido: es el corazón mismo de la existencia cristiana. Pidamos al Señor hacemos conscientes de estos grandes acontecimientos que se están realizando en nuestra vida y poder comunicar con sencillez y con entera convicción esta misma alegría a nuestros hermanos.
Fuente

San Matías, apóstol

Permaneced en mi amor
(Juan 15,9-17)

“Permanecer” es un verbo que parece difícil conjugar con el estilo de vida contemporáneo. ¿Se puede permanecer en un trabajo durante mucho tiempo? ¿Permanece contra viento y marea una relación de amistad? ¿Puede permanecer una promesa dada frente a las adversidades? ¿Permanecen los compromisos políticos con el electorado sobre los intereses partidistas? ¿Permanece el “si, te quiero” para siempre?¿O todo depende?

Necesitamos “permanecer” en medio del viaje de nuestra existencia, porque la permanencia nos da estabilidad, seguridad y confianza. Tres veces nos dice hoy Jesús “permaneced en mi amor”. El evangelista utiliza la forma imperativa, por lo que no es un consejo, sino una orden. De alguna forma nos está diciendo no seáis tontos y hacedme caso, permaneced. La permanencia en el amor de Dios nos da “alegría, plenitud”, nos dice Jesús, “amistad” con Él. Es una invitación a dejarse amar por Él porque necesitamos permanecer en el amor de Dios para vivir. Es su amor el que nos hace amigos y no siervos.

Lo que ocurre es que al corazón humano le gusta jugar, ir y venir de vez en cuando, y le cuesta permanecer; ninguno de nosotros somos siempre fieles a nuestros compromisos y, cuando esto ocurre, nos damos cuenta de nuestro extravío y volvemos a buscar la estabilidad que nuestro corazón necesita porque no podemos sostenernos en el vacío. Jesús comprende muy bien nuestra debilidad y por ello insiste: “permaneced en mi amor”.

Cuando Judas sintió con tristeza que su corazón había traicionado a Aquel que lo amaba, no buscó la vuelta al Amor primero a través de la humildad y el perdón, como hizo Pedro; en lugar de permanecer, huyó a través de la falsa puerta del suicidio. Para cubrir este hueco, los discípulos eligen hoy a Matías, cuya fiesta celebramos en la liturgia de hoy. ¿Cómo hacen el discernimiento? En un ambiente de oración que busca permanecer en el amor de Dios. 

Por qué no rezar hoy con esta petición a modo de mantra, “que nada me separe de tu amor Señor; quiero permanecer en Ti.”

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