Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos
(Juan 15,12-17)
Se puede dar la vida de golpe, en un acto de heroísmo, o gota a gota. O de las dos maneras, como dio su vida Jesús. Darla gota a gota probablemente es más difícil que darla de golpe. De todas maneras, dar la vida es lo que da sentido a la vida. Así lo sienten y lo viven los que se aman. Dar la vida es lo único que da pleno sentido a la vida. La vida de Jesús, el Hijo de Dios, fue la vida humana más rica de sentido.
Si adoptamos este estilo de vida, nos convertimos en amigos de Jesús. Amigo de Jesús es el que apuesta su vida a la carta de Jesús, porque lo conoce y aprecia su manera de ser y de actuar. Ya no os llamo siervos -dice Jesús- porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos.
A nosotros nos toca poner en práctica este sentimiento de amistad en el trato con los demás. Amarnos los unos a los otros con ese mismo amor de Jesús nos ha de llevar a promover la amistad con los que son diferentes, el cariño, la cercanía, el apoyo mutuo, el perdón, los gestos concretos de aprecio y de ayuda… en definitiva: amarnos los unos a los otros es “hacerse amigo” de los demás.
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