Parroquia La Milagrosa (Ávila)

miércoles, 29 de abril de 2015

Experiencia original (Sábado de la 4ª Semana)


Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre
(Juan 14,7-14)

Tres años habían vivido los discípulos en una gran cercanía e intimidad con Jesús. Le habían visto actuar, le habían escuchado cuando hablaba a las multitudes y cuando les hacía ciertas confidencias. Pero aún no conocían a fondo a su Maestro. Jesús se lo dice abiertamente: Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Si me conocierais: todavía estaban lejos de conocerle de verdad.

Ésta es probablemente también nuestra situación: tampoco nosotros conocemos a fondo su persona, sus pensamientos, sus sentimientos. Son tan distintos de los nuestros y nos superan tanto en riqueza, en profundidad, en generosidad, que es normal que no lleguemos a conocerlo plenamente. Pero esto no debe consolamos del poco conocimiento que podemos tener de la persona de Cristo, al contrario, debe aumentar nuestro deseo de ir descubriendo cada día nuevos aspectos de esta personalidad tan rica que es igual a Dios. Felipe (y aquí podemos poner cada uno nuestro nombre), quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. 

Ver y conocer a Cristo es el supremo conocimiento. En el lenguaje de la teología hemos expresado esta experiencia original del Nuevo Testamento diciendo que Jesús es el sacramento de Dios; la vida histórica de Jesús es la parábola viva del Padre. En la oración, ¿trato de  revisar mi propia experiencia religiosa confrontándola con lo leído en la Palabra?: ¿Qué dice el texto? ¿Qué me dice a mí? ¿Puedo confesar personalmente que para mí Jesús es el sacramento vivo de Dios Padre? ¿Qué revela  de mi mismo este evangelio? ¿Qué me pide que haga?

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