Parroquia La Milagrosa (Ávila)

lunes, 13 de abril de 2015

Anonadado vs elevado (Martes de la 2ª Semana)


Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre
(Juan 3,3.7-15)

Jesús sigue hablando a Nicodemo desde la luz de su propia Resurrección. Y, desde la Resurrección, Jesús ve su muerte inevitable como una elevación, como una exaltación. No es que Jesús exalte el dolor por el dolor ni -mucho menos aún- practique una especie de culto a la muerte. Pero Jesús nunca separa la Pasión de la Gloria ni la muerte de la resurrección. Para Él son las dos caras de su elevación, una elevación que no tiene su sentido en sí misma, sino en nuestra curación o en nuestra salvación de la muerte. Lo mismo que la serpiente de bronce fue elevada por Moisés en el desierto para curar a los mordidos por las serpientes.

En el evangelio de san Juan, la cruz se presenta como un verdadero trono de gloria. Y así la han presentado también muchos artistas cristianos en los Cristos románicos, por ejemplo en el Cristo del castillo de Javier. La pasión sólo tiene sentido como camino de superación del sufrimiento y de la misma muerte. Así la aceptó Jesús por nosotros.

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