Parroquia La Milagrosa (Ávila)

lunes, 29 de diciembre de 2014

Tres deseos para año nuevo: Vida, contemplación y paz





San Lucas (2,16-21):


En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.


¿Qué está pasando en nuestro mundo?
Tres temas me vienen a la cabeza al leer las lecturas de hoy: vida, contemplación y paz. Hoy primer día del año sería oportuno plantearnos esta pregunta: ¿Cómo va la vida? 

Un saludo habitual cuando te encuentras con otra persona a la que hace tiempo que no ves, pero todo está en averiguar qué se entiende por vida, pensamos en el estado físico, en los negocios, en los estudios… ¿o también pensamos en la calidad, en los valores, en los ideales, es decir en el verdadero significado de la vida? Así pues reflexionemos sobre la vida, porque se trata de un asunto nuestro, porque es la vida entera la que debemos someter a una revisión seria.

Decimos normalmente, “pasemos página”, y nunca como a principio de año intentamos pasar página, pero existe el riesgo de que año tras año, el libro sea siempre el mismo, y las páginas todas iguales, entonces más que pasar página es importante cambiar de libro, es más hace falta que cambie el que pasa las páginas, él es quién tiene que ser nuevo y distinto.

¡Le pedimos tantas cosas a la vida! Y nosotros ¿qué le llevamos? ¿Cómo nos comportamos con ella? Quizás le negamos lo mejor de nosotros mismos, no es la vida la que falla, somos nosotros los que fallamos, nos pide algo tan sencillo como que no la olvidemos, que no la marginemos, que no la maltratemos, que la empleemos para algo serio. 

Y después, ella, la Mujer, la imagen de la virgen en el Evangelio de hoy, es sorprendida en una postura contemplativa. “y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, ella nos invita a frecuentar la profundidad, a entrar en lo esencial.

Hay poco que contar en la vida de María, pero mucho que contemplar. Contemplar es leer lo que no está escrito, vislumbrar lo invisible, oír la palabra del silencio, frecuentar otro mundo, no se trata de entender sino de adorar, es necesario intuir, más que ver, significa perderse y estar dispuesto a no reencontrarse, a no reconocerse más.

María lleva encima la luz, transmite señales, explora el silencio y se deja agarrar por lo infinito.

María es  la primera que puede contemplar el rostro del Hijo de Dios, que es su hijo, y se lo graba dentro y nadie logrará borrárselo jamás, la Palabra que había acogido y guardado en su corazón, ahora se hace rostro, se hace luz.

“Nacido de una mujer”, afirma Pablo, ni siquiera nombra a la Madre de Dios.

“…Y te conceda la paz”  la paz es un don y sólo si tengo paz en mi interior podré ser un instrumento de paz. Quizás la aportación más preciosa que podemos ofrecer a la paz en el mundo, se concreta en el compromiso serio, este día de año nuevo, de acabar con las innumerables guerras de hoy.

Empezar por nuestras guerras personales, guerras privadas entre individuos, romper con los egoísmos, envidias, rivalidades, resentimientos, antipatías que nos hacen ser personas en continuo conflicto con nuestros adversarios. 

Estamos dispuestos a denunciar, escandalizados, el derroche, los gastos absurdos en armamentos de las pequeñas y grandes potencias y no valoramos bastante el coste de las energías y los recursos que malgastamos para sostener nuestras miserables guerras personales.

No nos damos cuenta de que esas guerras personales son las que acaban apagando la luz del rostro divino que se refleja en nuestro rostro.

No basta, desearnos el año nuevo, debemos tener coraje para desear al año nuevo gente nueva, mejores cristianos, relaciones más pacíficas entre personas y naciones, orientadas hacia la justicia y la paz, políticos honestos. 

Colocar en el primer día del año la imagen del rostro bendiciente de Dios (“El Señor ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor”), el semblante materno de María, y la superficie de nuestra tierra finalmente en un clima de paz, no representa una cosa forzada, sino lleva a pensar en un cuadro armónico digno de presentar en una jornada como la de hoy, la jornada de la paz.

Feliz año nuevo.

SUSI CRUZ funte: Dabar


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