Parroquia La Milagrosa (Ávila)

miércoles, 4 de marzo de 2015

He muerto y he resucitado (Viernes de la 2ª Semana)


Éste es el heredero, ¡venid, matémosle!
(Mateo 21, 33-43.45-46)

La viña del Señor es la casa de Israel, habían cantado los profetas (la viña era la parcela que daba los frutos más sabrosos). El Señor quiere que su viña dé frutos. Una viña que no da frutos sólo puede ser una viña enferma: es lo peor que le puede suceder. Por eso Dios envía a su propio Hijo. Y el Hijo se ve envuelto en la locura y en los planes asesinos de los labradores.

El 11 de marzo es fecha señalada para la ciudad de Madrid; aquel día se vio envuelto en una oleada de violencia como nunca había conocido desde la guerra, con un número elevadísimo de víctimas y muchas familias destrozadas por el dolor. Jesús sabe bien, porque lo padeció en carne propia, qué es ser víctima de la barbarie asesina. Jesús conoce la locura de los seres humanos que anteponen sus ideas e intereses a lo más sagrado, que es la vida de sus semejantes. Y sufrió la muerte más injusta que persona alguna haya podido sufrir. Por eso, Él es quien mejor puede comprender y ayudar a tantas personas como hoy están sufriendo atrozmente cerca de nosotros. Junto con todas ellas y con Jesús, el crucificado y resucitado, ofrecemos hoy nuestra Eucaristía.
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