Parroquia La Milagrosa (Ávila)

jueves, 5 de marzo de 2015

Gratuidad que reúne (Domingo 3º de Cuaresma)


Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para conocer la diferencia 
(T. Merton)

Quitad eso de aquí y no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado
(Jn 2, 13-25)

Cuando diariamente los Medios de Comunicación nos bombardean prioritariamente con sucesos que nos dejan emocionalmente lisiados, elevamos gritos al cielo -y a la tierra- preguntando por qué lo hacen los hombres, por qué aquél y ésta lo consienten.

¿O tendrá razón Romano Guardini cuando asegura que “Los hombres mismos hemos sido quienes hemos convertido la vida en lo que es”, y seguidamente le exculpa añadiendo que “no es honrado que luego nos levantemos a decir que Dios no puede ser bueno si todo va así”? ¿O debemos tomarlo a modo de tentaciones que, como las de Jesús en el desierto, nos oferta la vida para purgar -sin que sepamos cómo ni por qué- nuestros pecados?

Huérfanos de Dios y de sí mismos, los hombres asisten indiferentes a “la pelea que ovo Don Carnal y la Cuaresma” dramáticamente relatada por el Arcipreste de Hita en El libro del Buen Amor.

“A un hombre no le gobiernan los cielos. A un hombre le gobierna su voluntad”, le dice el Demonio a Cam en la película Nuac. ¿Entonces, toda la culpa es nuestra, según parece insinuar Guardini afirmando que “Dios se decidió a crear seres que tienen libertad y a darles así su mundo en la mano”?

En su visita a Filipinas (enero 2015) el Papa Francisco escuchó de boca de una niña, Glyzelle, abandonada por sus padres y víctima de la prostitución y de la droga: “¿Por qué Dios permite esto, incluso si los niños no tienen culpa?” El Papa, conmovido, dejó de lado su preparado discurso, y en el improvisado –el corazón nunca prepara- dijo tras abrazar a la pequeña: “Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta”.

¿Será cierto que Cristo construye la nueva humanidad sobre la gracia, como comenta Pablo en su Carta a los Romanos? Entre tanto, su fiel seguidor, que siempre pisa tierra, pasa a la acción instando a los filipinos y a su presidente a rechazar “las estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la corrupción y la ignorancia”. No cabe hoy la propuesta de Jesús: coger de nuevo el látigo de cuerdas y expulsar del templo animales y cambistas.

La propuesta de su sucesor en Roma es preguntarnos, como muestra de nuestra condición humana y compromiso, si hemos aprendido a llorar cuando tropezamos con las miserias que anegan el mundo en nuestros días. "Cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los niños (...) que nuestra respuesta sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas”

Y lo primero de todo es aceptarnos en nuestra cualidad más esencial de ser humano: que por naturaleza somos seres finitos. Como es difícil aceptarlo, el hombre construyó en su mente un mundo de futuro, que era infinito, y acabó creyendo en lo que había imaginado. En él los buenos recibirían premio por sus obras, y los malos serían –también para siempre- castigados.
Vicente Martínez


Señor, en este mundo nuestro
en el que quien no tiene no existe,
en el que no manda no es nadie,
en el que no va a la última es ignorado,
en el que quien hace las cosas gratuitamente es tildado de idiota,
en el que quien perdona es etiquetado de pobrecito
y el que confía es tenido como ingenuo…

Señor, en este mundo nuestro
en el que vamos con gafas de sol en plena noche,
en el que la gente hace lo que sea
por tener el último modelo de lo que sea,
en el que servir suena a cosa de esclavos,
en el que en todos los ámbitos hay hombres y mujeres
cuya única vocación parece ser trepar
y llegar a lo más alto usando los medios más inhumanos para ello…

Señor, en este mundo nuestro
en el que nadie quiere ser pequeño, ni débil,
ni último, ni servidor, ni poco, ni dependiente, ni desprendido…
nada que suene a frágil y necesitado de salvación,
en este mundo vivo yo.
Pero yo no quiero ser como muchos,
quiero ser como tú quieres.

Quiero ser grande, el primero, el mejor en servir a los demás.
Quiero saber más para servir mejor.
Quiero ser el más ligero de equipaje,
el más desprendido de las cosas,
el más dispuesto, el más cercano a los alejados,
el más próximo al prójimo,
el más sencillo en un mundo repleto de complicaciones.

Señor, aquí me tienes, acompáñame,
hazme un servidor con entrañas,
con sentido del humor, con alegría. Así sea

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