SALVADOS POR
LA MISERICORDIA DEL PADRE
Para entender la Pascua de la misericordia
Nos disponemos a celebrar la presencia
de Dios en la Historia y en nuestras vidas; le hemos descubierto como un Padre con entrañas de misericordia y
esto le constituye en fuente y manantial de amor afectivo y efectivo.
Es el Dios que interpreta e interioriza el clamor de su Pueblo esclavo en Egipto y pone en marcha el proceso de
liberación: "He visto la opresión de
mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en
sus sufrimientos y he bajado a liberarlos " (Ex 3, 7s)… Por este mismo principio de amor
misericordioso, Dios nos envió a su propio y único Hijo, para proclamar
dichosos a los misericordiosos. Jesús se
identificó vitalmente con el pastor que da la vida por la oveja perdida; nos
presenta en el buen samaritano al ideal de persona y ciudadano y muere
perdonando a los que le crucifican. A la luz de ese principio de misericordia
seremos juzgados los humanos según Mateo Mt 25.
Desde el
miércoles de ceniza, como umbral de la Cuaresma, hemos tenido este anuncio
preciso y esperanzador de Jesús: Id y
aprended lo qué significa misericordia quiero, y no sacrificios; porque no he
venido a llamar a los justos, sino a los pecado- res: Mt 9,13. Por eso
nuestro camino hacia la Pascua, como símbolo de la vida, queremos hacerlo en
comunidad unida por la misericordia y sirviendo a los necesitados.
Nos sentimos
unidos y movidos como comunidad cristiana por las tres virtudes teologales a
celebrar la Pascua: el amor hecho misericordia y servicio, fruto de la fe y
fuente de la esperanza. La esperanza cristiana tiene dos brazos abiertos: uno
dirige la esperanza hasta colmarla en la eternidad; el otro, impulsa la
transformación de este mundo; pues la espera de una tierra nueva no debe
amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra.
Somos
conscientes de que nos disponemos a celebrar como Pueblo de Dios, con
intensidad y libertad, lo que es la cúspide de nuestra fe cristiana, la Pascua.
A su vez el lema de la MISERICORDIA, es la fuente que desborda de la identidad
divina hacia nuestra profunda necesidad. No es bueno pensar que celebrar la
Pascua cristiana es un rito bonito sin incidencia en la realidad de la vida
personal, comunitaria y social.
Queremos celebrar la Pascua como pueblo
que camina en esta España concreta, relacionada con el resto de los pueblos y
en comunión con la iglesia universal; mirándonos a nosotros mismos, seamos
conscientes como lo fue el pueblo judío en Egipto, de que necesitamos celebrar
Pascua; y esto suena inevitablemente a conversión hacia la vida y el amor;
necesitamos salir de este Egipto tan violento en tantos aspectos que nos está
ahogando. Necesitamos una revolución ecológica, política, económica y social,
pero sobre todo la revolución de la ternura, el amor y la misericordia. Nuestra manera de
relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza necesita una seria
rectificación. Es insoportable la desigualdad de medios y recursos que hay
entre unos ciudadanos y otros y urge
preguntarnos: ¿Qué es aquello que me encadena y deshumaniza? ¿Cómo puedo vivir
de manera más solidaria y comunitaria? Más de 60 millones de personas en el
mundo viven hostigados, fuera del hogar buscando acogida y hospitalidad, como a
la antigua usanza lo buscábamos en el corazón de nuestros abuelos. Hemos de
concienciarnos de que somos seres débiles y vulnerables y necesitamos la
responsabilidad social y la misericordia para hacernos cargo, cargar y encargarnos de la realidad para construir
la comunidad humana, según las entrañas de misericordia de nuestro Dios.
La misericordia va más allá de la
justicia; la mera justicia se vuelve cruel con los débiles y hasta el Dios
meramente justo se vuelve implacable contra los pecadores, necesitamos todos
nosotros al Dios misericordioso y para lograr esa mirada misericordiosa
necesitamos una Iglesia revolucionada (convertida) para mirarse a sí misma y
mirar al mundo con misericordia.
Decía Santa Teresa: Imposible tener ánimo para grandes cosas,
quien no se siente agraciado por Dios. Muy agraciados nos sentimos por la
misericordia de Dios y por eso nos disponemos a hacer grandes cosas: acoger
conscientemente la misericordia de Dios; darle gracias de corazón. Promocionar la acción
caritativo-social y su necesaria coordinación como expresión de la misericordia
de Dios Padre, es signo de comunión eclesial y elemento esencial en la
evangelización. La Iglesia que es comunidad de servicio y no sólo de culto,
se hace opaca e increíble cuando abandona al pobre.
La búsqueda humilde, sencilla y
agradecida, encarnada en María, quieren ser nuestras actitudes en el camino
hacia la Pascua para la acogida, las reflexiones y la oración. María, canta
desde la humildad, con alegría, al Dios fiel cuya misericordia llega a sus fieles
de generación de generación.
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Puedes descargar en el siguiente enlace un cuaderno con las celebraciones, oraciones, meditaciones para vivir la Semana Santa intensamente haciendo clic en la imagen

Nuestro agradecimiento a Alfredo Matellano; la idea y la realización del cartel para la Pascua son originales suyas.
Publicado también en misionerospaules
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