Parroquia La Milagrosa (Ávila)

domingo, 3 de enero de 2016

¿Hemos tenido en nuestra vida algún encuentro que haya cambiado el sentido de nuestra existencia? (4E Navidad)



Juan 1, 35-42 
Hemos encontrado al Mesías

¿Qué buscáis? Fue la pregunta directa que Jesús dirigió a los dos discípulos que le seguían. Las personas somos esencialmente seres en búsqueda, en búsqueda continua. De ahí la pregunta de Jesús. De una u otra manera, ésta misma era la pregunta que Jesús hacía a quienes se dirigían a Él. ¿Qué quieres que haga por ti?, le preguntó a un ciego. Y el ciego le contestó: ¡Que vea! Con la recuperación de la vista no terminó la búsqueda de aquel hombre. Pero iba por buen camino, porque sus ojos estaban viendo al Salvador. 

Un día Jesús diría también: Todo el que busca encuentra. Se trata de una promesa rotunda, sin límites. El problema es que somos nosotros los que ponemos límites a nuestra búsqueda. Encontramos ciertas cosas, incluso ciertos aspectos de la vida cristiana, que nos satisfacen, y dejamos de seguir buscando. Pero Dios es infinitamente más grande que lo que hemos encontrado. La manera de seguir siempre buscando y encontrando es quedarnos con Jesús como aquellos dos discípulos, escucharlo continuamente, en un diálogo personal con Él. 

Sabemos que los dos discípulos se quedaron con Jesús aquel día. No sabemos de qué hablaron. Pero sí sabemos que Andrés para explicarle a su hermano Simón lo que aquel encuentro había significado para él, le dijo sencillamente “Hemos encontrado al Mesías.”

Hoy es nuestra oportunidad para recordar si hemos tenido en nuestra vida algún encuentro de este nivel, uno que haya cambiado el sentido de nuestra existencia. Los discípulos no alcanzaron su plenitud de desarrollo en ese día pero si encontraron la dirección a donde se querían dirigir, el tesoro por el que valía la pena venderlo todo, la perla por la que dejar todo. Y, si no es así, quizá convendría intentar hacernos los encontradizos con él, con Jesús, leyendo y escuchando con el corazón su Palabra, acercándonos a los pobres y marginados, como él se acercaba. Es posible que nuestra vida, como la de los discípulos, cambie y encuentre una nueva dirección que realmente haga que todos nuestros momentos valgan la pena.

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