Parroquia La Milagrosa (Ávila)

sábado, 6 de febrero de 2016

Dios se manifiesta y se palpa en la abundancia (Domingo 5ºTO)





Solemos tener la idea de que la confección de los evangelios es lineal, lógica y siguiendo una línea temporal. Sin embargo, la mayoría de los relatos que versaban sobre Jesús circulaban “sueltos” como narraciones separadas, cosa que permitió a los autores situarlos en contextos diferentes según el objetivo que se marcaban a la hora de transmitir un relato narrativo que dirigían a un auditorio previamente elegido (Lozano).

No voy a dilucidar cómo lo sitúan Juan, Marcos y el mismo Lucas, eso puede ser una tarea provechosa para la semana. Más bien, quiero hacer hermenéutica narrativa con el texto proclamado de Lucas, para lo cual tengo que superar los temas evidentes como: (1) la obediencia a la palabra de Jesús si queremos que la misión de la comunidad de evangelizar de fruto; (2) la confianza en el Maestro que nos conduce a no temer nada; (3) el seguimiento de Jesús aparentemente incomprensible que invita a ser pescadores de hombres. Los tres podrían encajar en una reflexión sobre la audacia, la valentía, la entrega y la generosidad de los que seguimos tras las huellas de Jesús, sin embargo, por encima de estos mensajes dirigidos al corazón de cada uno de los creyentes, reparo en otro más social, pues según el relato de Lucas, Dios se manifiesta y se palpa en la abundancia (Castillo). 

Las redes repletas de peces a punto de reventar, por las que se ven obligados los compañeros de Pedro a pedir ayuda a unos socios, les viene como regalo inesperado después de una jornada de fracaso, donde los pescadores se han dejado la piel trabajando sin resultados. Más aún, en el colmo de la abundancia Pedro, abrumado por el estupor, se echa a los pies de Jesús, como muchos otros dominados por el asombro se vencen cuando están asistiendo a una revelación divina (Ex 3; Is 6). El éxito de tanta abundancia fue, para Pedro y sus compañeros, toda un teofanía. En Jesús vieron a Dios, presente allí, con ellos.

La abundancia, que satisface plenamente las carencias de los pobres, se presenta repetidamente en los evangelios como manifestaciones de lo divino en lo humano. Baste recordar esta y otras pescas, las multiplicaciones de panes, la barbaridad de litros de agua convertidas en vino de los mejores, las parábolas de lo pequeño que se hace grande como la del grano de mostaza, los grandes banquetes del Reino y la comilona que da el padre del hijo extraviado en el hambre y la miseria cuando vuelva a casa y más que perdonado es encontrado.

Así, se puede hacer y hago una lectura social y actual sobre como se está manejando la abundancia en nuestra sociedad. Por lo pronto, este mundo nuestro dominado por la tecnocracia y sistemas económicos neoliberales ha tomado el camino opuesto al propuesto por el evangelio. Lo sabemos de sobra, pero por citar uno de los últimos informes, en concreto uno de Oxfam, en Estados Unidos, el 1% más rico ha acumulado el 95% del crecimiento total posterior a la crisis desde 2009. En España, ya estamos cansado del escándalo de la corrupción, de la desvergüenza con la que se despilfarra lo que debería ser participación de todos en los bienes comunes y la falta de humildad social de nuestros políticos. El camino es triste: vamos por una senda donde muchos son dominados y dirigidos por unos cuantos multimillonarios, donde la abundancia es solo para los ricos y los demás tendremos que vivir como mejor les convenga a ellos.

¿Quién puede ver a Dios en este tiempo en el que unos pocos han robado la misericordia de la abundancia, puro don y regalo del Padre para todos con el cual se muestra?

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