Parroquia La Milagrosa (Ávila)

miércoles, 24 de junio de 2015

Ecologismo de frontera


BILBAO (VIZCAYA)

ECLESALIA, 22/06/15.- Leí hace algún tiempo a González Faus una reflexión sobre que los obispos del s. XXI deberán ser hombres de frontera y no hombres de barreras. Esta es la actitud que ha tomado el obispo de Roma, a la sazón papa Francisco, al escribir su primera encíclica centrada en el problema ecológico que le hemos creado a nuestro planeta y sobre el cuidado de lo que él llama “la casa común”.

En una primera lectura, me quedo con su escritura diáfana y clara, alejada de otro tiempo en el que las encíclicas eran para iniciados en teología y que además estuvieran familiarizados con el lenguaje formalista y curial; el texto que nos ocupa es accesible a cualquier laico -incluido el precio, que no llega a tres euros- por lo directo y de difícil doble interpretación. En su llamada de atención, el papa recuerda textos de los papas anteriores denunciando este problema estructural, a los que desborda por cantidad y claridad hasta el punto de haber incomodado ya a algunos que se dicen cristianos. Francisco nos señala que muchos de los esfuerzos por buscar soluciones a la crisis medioambiental y al agotamiento de los recursos naturales se frustran no solo por el rechazo egoísta de los poderosos sino, atención, “por la falta de interés de los demás”; es decir, de los cardenales, obispos y de todos nosotros.

Francisco analiza una realidad incómoda para quienes vivimos en el Primer Mundo abusando de una huella ecológica varias veces superior a la que nos podemos permitir, al tiempo que señala a los que más pierden, que son los desheredados de la Tierra como un sinónimo de los predilectos del Maestro; y les hemos apartado de una vida digna por nuestras prácticas del consumismo extremo y selectivo de una minoría consumista que entre otras cosas nos permitimos desperdiciar casi un tercio de los alimentos. Por eso afirma que frente al cambio climático, hay responsabilidades diversificadas (sic) donde los pueblos más vulnerables deben ser objeto de atención prioritaria.

Recuerda con valentía el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas que logran que el interés económico prevalezca sobre el bien común. Escribe desde la esperanza -“el amor social”-, la necesidad de diálogo en serio y la educación porque lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista. Dedica un capítulo entero a “la raíz humana de la crisis ecológica” donde la ciencia y la tecnología no son neutrales en nuestra cultura del relativismo. Él lo resume en una idea troncal muy clarificadora de que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental que incluye también a la ecología de la vida cotidiana.

El papa echa en falta con urgencia la presencia de otra globalización que tenga una  visión de futuro en la que emerja una verdadera autoridad política mundial sin recetas uniformes y no, añado yo, el poder omnímodo de la codicia que todo lo envenena. Reitera lo contrario de lo que hoy es la hoja de ruta bendecida por no pocos católicos: la política no debe someterse a la economía  y ésta no debe someterse a los dictámenes de la tecnocracia. Llega a proponer que tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Exactamente lo contrario al modelo de globalización materialista que llevan con mano de hierro el Banco Mundial, el FMI, la troika, los mercados, los actuales dirigentes de la UE, de Estados Unidos, de España…

Naturalmente que también nos habla de Dios y de Francisco de Asís (el título de la encíclica es una alabanza que cantaba el santo) afirmando que la espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo, convertido en el modelo omnipresente y obsesivo actual. Nos habla del amor social como fuente del verdadero desarrollo más humano, más digno, en suma más cristiano. Acaba la encíclica con dos bellas oraciones acordes con la sensibilidad ecológica.

En definitiva, estamos ante un análisis en clave de denuncia profética pero que no ha querido cargar sobre los posibles culpables o responsables (en alguna medida todos lo somos) sino en la urgencia de mirar el mundo con una mirada diferente, responsable y madura, sintiéndonos amados por el amor del Dios de la vida y por el sufrimiento de la mayoría de los seres humanos como sufridores que son del grave atentado estructural a nuestra ecología. A quien le piquen las palabras del papa, lo mejor es que se rasque la conciencia.

lunes, 22 de junio de 2015

Confirmaciones en la Parroquia


El sábado 20 de junio, a las 20 h. celebramos el sacramento de la Confirmación en la Parroquia. La Eucaristía fue presidida por el Señor Vicario para la Acción Pastoral D. José María García Somoza; en ella, 25 jóvenes, después de un tiempo largo de preparación, recibieron del don del Espíritu Santo, acompañados de sus padrinos, padres, hermanos, familiares, amigos, el párroco, el vicario y un nutrido grupo de la comunidad parroquial.














































jueves, 18 de junio de 2015

Laudato si' la encíclica ecológica del Papa Francisco


El Papa Francisco ha publicado su primera encíclica en solitario titulada Laudato si sobre el cuidado de la casa común. En la introducción resume el contenido de la mismas: Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta. En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación. A partir de esa mirada, retomaré algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente. Luego intentaré llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión quisiera avanzar en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana (LS 15).

También ofrece pistas para actuar: No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. Así una comunidad se libera de la indiferencia consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad común, de una historia que se conserva y se transmite. De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los más pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar una casa común que Dios nos ha prestado. Estas acciones comunitarias, cuando expresan un amor que se entrega, pueden convertirse en intensas experiencias espirituales (LS 232).

miércoles, 10 de junio de 2015

Pienso en Dios, luego existo (Pedro Casaldáliga)


LOS ÁNGELES (USA).

ECLESALIA, 09/06/15.- Pienso en Dios, luego existo. Es la supracartesiana de un hombre cuyo espíritu fue para todo el mundo, y dándose se descubrió Capaz del infinito:

Pienso en Dios
Luego existo
Capaz
Del infinito.

Viviendo para los demás palpó la muerte:

Mi vida
son
muchos días.
Mi muerte
será
la hora.

Luchando contra la injusticia, fue capaz de la belleza:

Hiciste la belleza
porque sabías que mis ojos
exultarían viéndola.
Me esperas, en la Muerte,
porque sabes
que necesito verTe!

Conocedor sabio del tiempo y de lo humano:

Hablemos del Tiempo, hermano,
antes de que sea ido
lo que pudo ser humano.
Antes de que sea en vano
llorar un día perdido,
un surco sin nuestro grano,
un canto sin nuestro oído,
un remo sin nuestra mano.
Hablemos de la tarea
de nuestra caducidad,
que es hacer que el Tiempo sea,
todo él, Eternidad.

Una vida colmada de las emociones profundas que superan la memoria y se dibujan por todo el ser como en una hoja:

¿Sólo para mí
estas mariposas?
Constan en mis ojos,
¡constan en mis hojas!

Hoy vive en silencio absoluto, trascendente; donde se olvida lo malo, lo que dolió, lo perdido.

Donde se llena el corazón de nombres y recuerdos agradecidos…

Ya una vez dijo:

Al final del camino me dirán:
—¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
Abriré el corazón lleno de nombres.

Sabe que la paz lo espera ya en la curva luminosa del viento.

A Pedro Casaldáliga, con mi profundo respeto y admiración, en este ocaso de garzas blancas.

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