Parroquia La Milagrosa (Ávila)

sábado, 24 de octubre de 2015

No cierres los ojos - 30º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

25 de octubre, domingo XXX del TO


Mc 10, 46-52
Jesús le preguntó: ¿Qué quieres de mí?
Contestó el ciego: Maestro, que recobre la vista

Bartimeo era un ciego de Jericó que estaba sentado a la vera del camino. Sabía que algún día el Maestro recorrería el suyo. Su ceguera le excusa de quedarse sentado. Los que podemos ver el sol que sale y que se pone, no podemos sentarnos y esperarle. Le encontraremos tan sólo caminando. Bartimeo, un exiliado, un emigrante, esperaba a Jesús. Sabía que no le iba a mandar callar, que escucharía y atendería sus necesidades y lamentos.

En nuestro caso es más bien Jesús quien espera -espera siempre-, y únicamente los que le quieren ver le encuentran. Y es fácil encontrarle para quienes le buscan, porque su luz es como la de las catedrales góticas: arco iris que satura la vista. Es iluminación, esclarecimiento interior para ver con los ojos del alma y los del cuerpo. Es experiencia de lo divino, manifestada en el amor, la paz y el sentido de unidad con el universo. El pintor Vicente Carducho nos lo brindó plasmado en el lienzo El éxtasis de Jean Birelle.

Pero la versión más humana nos la legó El Greco en su Curación del ciego Bartimeo. Unos personajes a la derecha del cuadro le reprenden instándole a no molestar al Rabbí, mientras otro vestido de verde esperanza, que está detrás de él parece sugerirle: “¡Ánimo! Levántate, te llama”. A Jesús le mueve el dolor, se compadece del sufrimiento humano y le pregunta: “¿Qué quieres de mí?”, “Maestro, que recobre la vista”, le responde.  Le toca los ojos y le dice: “Vete, tu fe te ha salvado” . Y Marcos cierra el capítulo recordándonos que al instante recobró la vista y le seguía por el camino.

Una mirada desnuda, plena de humanidad y de ternura, capaz de iluminar y cambiar vidas. La crónica de óleo no puede ser más realista. Un camino que todos nosotros recorremos. Personajes que con hechos y palabras dificultan nuestra marcha. Otros que, por el contrario, nos ayudan. Y nosotros con ellos ¿a qué estamos dispuestos? Jesús nos dice a qué y cómo.   ¿Le seguimos también por el camino como Bartimeo?

El profeta Jeremías nos anuncia que ese a qué es un pasar de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la libertad. Y que el cómo, consiste en iniciar un nuevo éxodo -nuevo mirar y renacer- para vivirlas en solidaridad haciendo florecer nuestro desierto. Es decir, procurando que nuestra mente deje su cojera por ausencia de ideas … , y los ojos del corazón recobren ese mirar humano que hace al hombre salir de la ceguera.

¿Son Religión y Ciencia unidas, el protocolo de la salud para el enfermo? Albert Einstein nos lo diagnosticaba de este modo: “La ciencia sin religión está coja, y la religión sin ciencia está ciega” .Inmersos en ellas nosconsubstanciamos con el mundo y avanzamos, porque los caminos se movieron siempre hacia adelante.

La mirada de Jesús ha sido siempre compasiva para con todos y con todo. Cosa que no reflejaba la del obispo de Crónica  de una muerte anunciada, del colombiano Gabriel García Márquez, como le describió uno de sus feligreses cuando fue a visitarlos: -”Ni siquiera se bajará del buque. Echará una bendición de compromiso, como siempre, y se irá por donde vino. Odia a este pueblo”.  ¿Era usted Monseñor o eran sus diocesanos los auténticos sucesores del Maestro?

Cuando miramos a Jesús en nuestros interiores, no en el nublado espejo de lo que de él nos han dicho desde los exteriores, realmente le encontramos y nos hacemos con él Uno.

Vicente Martínez
De otra manera:

El Reino de Dios estaba colapsado. En la puerta estrecha había mucha gente haciendo cola para entrar, pero no estaban las estancias preparadas (Jesús dijo que había estancias suficientes, pero había que prepararlas y los ángeles no daban abasto). Al ángel de la puerta le comunicaron, al poco, que ya estaba todo listo, pero que uno debería esperar porque había surgido un pequeño inconveniente. ¿Cómo elegir? se preguntaba y decidió:
- A ver, uno tendrá que esperar. ¿Quién cree que debe quedarse? A ver, tú ¿qué ha hecho? (había observado el ángel que parecía un poco nervioso e indeciso.
- Yo no he hecho nada. Por qué me lo preguntas a mí. 
- ¿Cómo que nada? –dijo el ángel
- Sí, nada. La verdad es que he asistido a muchísimas barbaridades: violencia, guerras y otras cosas peores. Pero yo nunca hice nada… -respondió el hombre asustado-.
El ángel volvió a preguntar:
- Pero ¿de verdad vio todo lo que cuenta y no hizo nada? pues va a ser que a usted le toque esperar, o ¿es que no escuchó nunca que estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo?
Felipe Nieto

A veces duele, a veces asusta, a veces estamos confusos, al dejarnos "sentir", porque sin oscuridad no apreciamos la luz. ¡¡¡Abre mis ojos, Señor!!!


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