Parroquia La Milagrosa (Ávila)

sábado, 19 de marzo de 2016

Salvados por la misericordia del Padre (Guía de la Pascua de Cristo Salvador)


SALVADOS POR LA MISERICORDIA DEL PADRE
Para entender la Pascua de la misericordia

Nos disponemos a celebrar la presencia de Dios en la Historia y en nuestras vidas; le hemos descubierto como un Padre con entrañas de misericordia y esto le constituye en fuente y manantial de amor afectivo y efectivo. Es el Dios que interpreta e interioriza el clamor  de su Pueblo esclavo  en Egipto y pone en marcha el proceso de liberación: "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos y he bajado a liberarlos " (Ex 3, 7s)…  Por este mismo principio de amor misericordioso, Dios nos envió a su propio y único Hijo, para proclamar dichosos a los misericordiosos.  Jesús se identificó vitalmente con el pastor que da la vida por la oveja perdida; nos presenta en el buen samaritano al ideal de persona y ciudadano y muere perdonando a los que le crucifican. A la luz de ese principio de misericordia seremos juzgados los humanos según Mateo Mt 25.

Desde el miércoles de ceniza, como umbral de la Cuaresma, hemos tenido este anuncio preciso y esperanzador de Jesús: Id y aprended lo qué significa misericordia quiero, y no sacrificios; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecado- res: Mt 9,13. Por eso nuestro camino hacia la Pascua, como símbolo de la vida, queremos hacerlo en comunidad unida por la misericordia y sirviendo a los necesitados.

Nos sentimos unidos y movidos como comunidad cristiana por las tres virtudes teologales a celebrar la Pascua: el amor hecho misericordia y servicio, fruto de la fe y fuente de la esperanza. La esperanza cristiana tiene dos brazos abiertos: uno dirige la esperanza hasta colmarla en la eternidad; el otro, impulsa la transformación de este mundo; pues la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra.
Somos conscientes de que nos disponemos a celebrar como Pueblo de Dios, con intensidad y libertad, lo que es la cúspide de nuestra fe cristiana, la Pascua. A su vez el lema de la MISERICORDIA, es la fuente que desborda de la identidad divina hacia nuestra profunda necesidad. No es bueno pensar que celebrar la Pascua cristiana es un rito bonito sin incidencia en la realidad de la vida personal, comunitaria y social.

Queremos celebrar la Pascua como pueblo que camina en esta España concreta, relacionada con el resto de los pueblos y en comunión con la iglesia universal; mirándonos a nosotros mismos, seamos conscientes como lo fue el pueblo judío en Egipto, de que necesitamos celebrar Pascua; y esto suena inevitablemente a conversión hacia la vida y el amor; necesitamos salir de este Egipto tan violento en tantos aspectos que nos está ahogando. Necesitamos una revolución ecológica, política, económica y social, pero sobre todo la revolución de la ternura, el amor  y la misericordia. Nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza necesita una seria rectificación. Es insoportable la desigualdad de medios y recursos que hay entre unos ciudadanos  y otros y urge preguntarnos: ¿Qué es aquello que me encadena y deshumaniza? ¿Cómo puedo vivir de manera más solidaria y comunitaria? Más de 60 millones de personas en el mundo viven hostigados, fuera del hogar buscando acogida y hospitalidad, como a la antigua usanza lo buscábamos en el corazón de nuestros abuelos. Hemos de concienciarnos de que somos seres débiles y vulnerables y necesitamos la responsabilidad social y la misericordia para hacernos cargo, cargar y encargarnos de la realidad para construir la comunidad humana, según las entrañas de misericordia de nuestro Dios.

La misericordia va más allá de la justicia; la mera justicia se vuelve cruel con los débiles y hasta el Dios meramente justo se vuelve implacable contra los pecadores, necesitamos todos nosotros al Dios misericordioso y para lograr esa mirada misericordiosa necesitamos una Iglesia revolucionada (convertida) para mirarse a sí misma y mirar al mundo con misericordia.

Decía Santa Teresa: Imposible tener ánimo para grandes cosas, quien no se siente agraciado por Dios. Muy agraciados nos sentimos por la misericordia de Dios y por eso nos disponemos a hacer grandes cosas: acoger conscientemente la misericordia de Dios; darle gracias de corazón. Promocionar la acción caritativo-social y su necesaria coordinación como expresión de la misericordia de Dios Padre, es signo de comunión eclesial y elemento esencial en la evangelización. La Iglesia que es comunidad de servicio y no sólo de culto, se hace opaca e increíble cuando abandona al pobre.

La búsqueda humilde, sencilla y agradecida, encarnada en María, quieren ser nuestras actitudes en el camino hacia la Pascua para la acogida, las reflexiones y la oración. María, canta desde la humildad, con alegría, al Dios fiel cuya misericordia llega a sus fieles de generación de generación.
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Puedes descargar en el siguiente enlace un cuaderno con las celebraciones, oraciones, meditaciones para vivir la Semana Santa intensamente haciendo clic en la imagen



Nuestro agradecimiento a Alfredo Matellano; la idea y la realización del cartel para la Pascua son originales suyas.

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